La Marcha de Ferrándiz dejaba al equipo huérfano, por lo que había que encontrar a un sustituto que hubiera aprendido del maestro y en el que la plantilla depositara su confianza. El club no lo dudo y dejó la temporada en manos del que hasta entonces era el segundo de Don Pedro Ferrándiz, el ex jugador Lolo Sáinz. Como era lógico el equipo no pudo mantener el ritmo y no consiguió un séptimo doblete, aunque sí se alzó con el título liguero. Eso no hizo temblar a los responsables del club y al año siguiente tan solo se produjeron dos altas, las de los júniors Juanma López Iturriaga y Fernando Romay. Esa temporada se conseguiría la Copa Intercontinental; un trofeo que disputaban, además de nuestro equipo, el Amazonas Franca brasileño, el Obras Sanitarias argentino, la Universidad de Missouri estadounidense, el Asfa Dakar africano y un viejo conocido, el Mobilgirgi Varese italiano(antiguo Ignis). Como era de esperar, los únicos que dieron la talla fueron los europeos que se enfrentaron en una final en la que el conjunto blanco, gracias a la extraordinaria actuación defensiva de Rullán ante Meneghin, se alzó con el trofeo. Un éxito que impulsó a la plantilla para sumar un nuevo doblete.
La muerte de Don Santiago Bernabéu el 2 de junio de 1978 puso punto final a una temporada en la que se alcanzó el subcampeonato doble (Liga y Copa), la Copa Intercontinental y, sobre todo, la Sexta Copa de Europa que se consiguió ante, como no, el Mobilgirgi de Varese en Múnich (75-67). Con este trofeo la sección de baloncesto superaba a la de fútbol en número de entorchado europeos. La muerte del mejor presidente que ha tenido el club supuso un varapalo del cual, el fútbol no se recuperaría hasta décadas después, por lo que el baloncesto tuvo que tomar las riendas en Europa. Así, en la temporada 78/79 se conseguiría la tercera Copa Intercontinental consecutiva, además del campeonato nacional y del decimoprimer Trofeo de Navidad del club.
En 1980 se revalidaría el trofeo liguero pese a que sumar la primera derota en casa desde la temporada 1968-1969, y se conseguiría la Séptima Copa de Europa ante el Maccabi de Tel-Aviv israelí por 89 a 85 gracias al empuje y aguante de una plantilla que apenas pudo formar con Corbalán, Brabender, Szczerbiak, Meister, Rullán, Querejeta, Llorente y Prada. La racha internacional continuaría al año siguiente con la consecución del Mundial de Clubes en el que se impuso en la final al Esporte Club Sirio brasileño por 109 a 83.